martes, 12 de mayo de 2009

EL PERIODO BARROCO

CONTEXTO HISTÓRICO:

El período de la música formalmente conocido como Barroco, se desarrolló en medio de una turbulenta época que comprende siglo y medio de la historia europea, aproximadamente 1600 – 1750.

Sus primeros orígenes se remontan a finales del Siglo XVI y los albores del Siglo XVII, época coincidente con el nacimiento de la ópera (un punto de referencia que no debe tomarse literalmente), hasta llegar a su punto culminante con la muerte de Johann Sebastián Bach en
1750.

El término Barroco fue probablemente derivado de la palabra portuguesa “Barroco”: una perla de forma irregular muy usada en la joyería de la época. Sin embargo, durante el Siglo XIX esta palabra adquirió un sentido derogatorio, indicando un estilo a la vez manierista y ostentoso.

En el terreno de las artes plásticas, el término “Barroco” data del siglo XIX, pero si en este campo la denominación es muy joven, lo es aún más en el ámbito musical, en el que no se utilizó hasta los años veinte del siglo anterior concretamente en Alemania.

Atendiendo a la división en períodos de la época barroca, efectuada por Suzanne Clercx en su famoso estudio estético Le Baroque et la Musique (Bruselas, 1948), el siglo y medio de arte barroco, se subdivide en tres períodos de aproximadamente 50 años cada uno: Barroco temprano, intermedio y tardío.

Dado el interés concitado hacia el barroco tardío, muchos identifican a Bach y Haendel como los primeros grandes compositores de este período, siendo estos maestros en realidad herederos de una vasta y antigua tradición.

El período barroco sirvió de puente de transición entre el renacimiento y la era Moderna. Esta época que transcurrió a caballo entre dos siglos, el XVII y el XVIII, fue una era de cambio y aventura. La conquista del nuevo mundo inflamó la imaginación y abarrotó las arcas de las potencias de la época.

La clase media creció vigorosamente e incrementó su poder al igual que su descontento hacia la aristocracia. Los grandes imperios se disputaban la soberanía del mundo. La más espantosa pobreza y el inoficioso derroche, el idealismo magnificado y la brutal opresión fueron marcadas contradicciones con la pompa y esplendor del arte barroco: un arte gestual y pleno de concepción, vigoroso, decorativo, monumental.

El Barroco fue también la era de la monarquía absoluta, sistema de gobierno (surgido a consecuencia de la decadencia del feudalismo medieval) que se caracterizó por el poder absoluto del soberano, cuya voluntad era ley. Este régimen cuyos representantes más significativos fueron : Luis XIV en Francia (1638 – 1715), Federico II El Grande en Alemania (1712 – 1786), Catalina II en Rusia (1729 – 1796), José II en Austria (1741 – 1790), y Felipe II en España (1527 – 1598), imperó desde el Siglo XVI hasta el Siglo XVII.

La crisis de algunas monarquías absolutistas como el caso de España gobernada por Felipe II, generó el descontento popular, que se agravó con los monarcas que le sucedieron: Felipe III, Felipe IV y Carlos II, últimos reyes de la Dinastía Habsburgo, originando el nacimiento de la Dinastía de los Borbones con la ascensión al poder de Felipe V (1683 – 1746).

El Siglo XVI fue el gran siglo de Francia, donde Luis XII y Luis XIV llegaron a consolidar la monarquía absoluta. Durante el gobierno de Luis XIV conocido como “El Rey Sol”, Francia logró su apogeo político, militar y cultural. Papel protagónico desempeñaron los ministros Richelieu y Mazarino, verdaderos gestores y orientadores de la política. Paralelamente Alemania estaba en ruinas e Inglaterra emergía como potencia mundial.

Los príncipes de toda Europa tomaron como modelo el esplendor de la corte de Versalles. La famosa sentencia de Luis XIVYo soy el Estado” resume el estilo de vida de aquella época en la cual el arte y la cultura servían como culto al monarca. Las grandes cortes así como las pequeñas mantenían elaborados ensambles musicales que incluían compañías de ópera, coros de capilla y orquestas.

El Barroco fue también conocido como la “Era de la razón”, ya que este período histórico está presidido por la cultura del iluminismo. A grandes rasgos, puede decirse que el término iluminismo, sinónimo de ilustración, evoca un movimiento filosófico – cultural propio del occidente europeo, cuyo objetivo básico fue la penetración de las “luces de la razón” en las tinieblas medioevales del dogmatismo y el autoritarismo. Los focos más destacados del iluminismo fueron Inglaterra, Francia – de donde proviene el término ilustración – y Alemania, en donde se usó el término Aufklärung (“Era de las luces”).

Así mismo fue la era de enormes progresos científicos y técnicos , los descubrimientos de Kepler, Galileo, Linneo y Copérnico en física y astronomía fueron pasos gigantescos que revolucionaron la historia intelectual de Europa. Por otro lado Harvey descubre la circulación de la sangre, Locke esbozó lo fundamentos del estudio científico a partir de la experiencia. La teoría de la gravedad de Newton, reveló un universo fundamentado en la ley y el orden.

El avance de la ciencia y la tecnología generó que los crecientes pueblos y ciudades se convirtieran a su vez en centros ávidos de arte y cultura. Es de esta forma que la clase media, excluida de los salones de la aristocracia, creó una cultura propia, cuya producción musical giraba en torno a los hogares, la iglesia, y el grupo universitario (conocido como Collegium Musicum). Bajo el liderazgo de príncipes, mercaderes y financistas, la cultura de la ciudad llegó a rivalizar con la de palacio.

El Barroco fue además un período de intensa devoción, la religión fue origen de algunas de las más sangrientas batallas libradas en la historia. Durante esta época la sociedad atraviesa por una crisis espiritual debido a la división de la Iglesia entre católicos y protestantes. Estos acontecimientos tuvieron sus génesis con la aparición de la Reforma, movimiento religioso surgido en Europa a comienzos del Siglo XVI, que sustrajo a la obediencia de los papas una gran parte de Europa.

La Reforma promovida por Martín Lutero (1483 – 1546), pretendía devolver a la Iglesia la pureza primitiva en la fe y en las costumbres, a través de la sumisión de las tradiciones eclesiásticas al criterio de la Biblia.

Entre las circunstancias que favorecieron el desarrollo de La Reforma que de manera general se llamó Protestantismo, podemos enumerar: El Renacimiento, por su interés siempre en remontarse a los hechos originales; la invención de la imprenta, que favorecía la difusión de las ideas; la reacción de los príncipes contra los abusos de la Iglesia en materia de poder temporal; la abundancia de bienes del clero y las deficiencias religiosas y morales de algunos de sus elementos.

Lutero, al ser excomulgado en 1520 rehusó la sumisión: la confesión de Augsburgo (1530), definió su doctrina con sus puntos capitales: la autoridad soberana de la sagrada escritura en materia de fe y la justificación por la fe. La nobleza alemana adoptó las nuevas ideas que le permitía secularizar los bienes eclesiásticos y resistir al emperador (Liga de Smalcalda). La Paz de Augsburgo reconoció la existencia legal del luteranismo en Alemania.

Los países escandinavos adoptaron pronto la nueva doctrina. En Suiza la Reforma fue propagada por Zwinglo; en Francia por Calvino, cuya ideología ganó adeptos durante el reinado de Enrique II, y triunfó en los cantones protestantes de Suiza, en Escocia (John Knox), en Flandes y Holanda, a pesar de las persecuciones de Felipe II. Inglaterra se separó de Roma en 1531 con Enrique VIII y adoptó el Anglicanismo bajo el reinado de Isabel I.

En el lado católico, fueron dos poderosas dinastías las que se disputaron la supremacía: Los Hansburgo y los Borbones, quienes combatieron tan fieramente entre ellos, como lo hicieron contra sus enemigos protestantes. Después de décadas de lucha la hegemonía de la Dinastía Habsburgo española fue abatida.

El mundo católico por su parte intentó recuperar la influencia perdida por la secesión luterana. La Contrarreforma (segunda mitad del Siglo XVI), movilizó todas las fuerzas militantes de la Iglesia, que motivadas por el deseo de un retorno a la auténtica devoción cristiana y como respuesta a la reforma protestante, organizaron el Concilio de Trento, el cual se extendió - con algunas interrupciones - desde 1545 hasta 1563.

Asimismo, San Ignacio de Loyola (1491 – 1556), abanderado del catolicismo, fundó la Sociedad de Jesús (Orden de los Jesuitas), que se convirtió en el mejor instrumento de difusión de este movimiento.

De esta forma entre los conflictos de las monarquías absolutistas, la aparición de la reforma, la contrarreforma y el creciente poder de la nueva clase burguesa, el arte barroco floreció en medio del esplendor de las cortes y diseminó su influencia por todo el mundo conocido de la época.

CARACTERÍSTICAS ARTÍSTICAS:

La mayor parte de las discusiones sobre el barroco en el arte comienzan con un examen de las varias connotaciones de la palabra: emocionalismo, lo subjetivo, exageración, falta de equilibrio y proporción, manierismo, ilusión, monumentalidad, lo sublime.

Una lista de las cualidades contrastantes del renacimiento y el barroco presenta una clave precisa de la estética barroca en la música y las artes visuales. En consecuencia a la claridad renacentista, el barroco opuso claroscuros; a la sencillez en el trazo y en la línea, curvas abigarradas y superposición de elementos; frente al aspecto luminoso en superficie, el elemento barroco apostó por la profundidad.

En este período las artes en general se amalgamaron a fin de constituir un todo sublime y grandioso, y las artes plásticas en particular establecieron una estética asentada en la ornamentación y en la búsqueda de la grandeza. La música, como es lógico, no escapó a estas tendencias y las tradujo a su propio lenguaje.

En el terreno de las artes plásticas, la transición del Renacimiento clásico al estilo Barroco, fue anunciada por Miguel Ángel (1475 – 1564), sus figuras escultóricas de turbulentas formas, así como los frescos que diseñó para la cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma sintetiza el gusto barroco por lo dramático.
Asimismo, la escuela veneciana de pintores como: Titian, Tintoretto, Veronesse, capturaron en sus lienzos la intensidad cromática, el movimiento y la dinámica que distinguía el espíritu de la nueva era. La magnificencia del arte barroco, encontró también expresión en el arte pictórico de Peter Paul Rubens (1577 – 1640), que encarna en sus voluptuosos desnudos el ideal estético femenino del Siglo XVII.


El rapto de las hijas de Leucipo por Cástor y Pólux de Rubens.

La Reforma protestante fundamentada en la Biblia enfatizó más la tendencia romántica en el Barroco. John Milton (1608 – 1674), poeta británico traduce en su obra “El Paraíso perdido” (poema épico religioso, cuya temática es la creación y la caída del hombre), los ideales y la doctrina de la Reforma luterana. Asimismo John Bunyan (1628 – 1688) escritor inglés en el “Viaje del Peregrino” bosqueja la ardua travesía del hombre ordinario en búsqueda de la espiritualidad.

Las heroicas melodías inherentes a los himnos reformistas, alimentaron la profunda religiosidad del arte de Bach. Los oratorios de Haendel exaltan el esplendor barroco hasta un ideal ético. Ambos compositores delimitaron los supremos logros musicales del espíritu protestante.

La contrarreforma por otro lado encontró en la orden de los Jesuitas su mejor instrumento proselitista. El arte jesuita, se puso de manifiesto en la música, escultura, arquitectura, pintura, y aún en el teatro. Las iglesias de España y Austria testifican el impacto de un arte que resume el culto a las visiones beatíficas.

Los lienzos de Domingo Teotocópuli, llamado “El Greco “(1542 – 1614), cuyas figuras alargadas en tonos grises ceniza, representan en forma inmejorable el exaltado misticismo católico. En escultura, Lorenzo Bernini (1598 – 1680), artista italiano famoso por su creación “La Transverberación de Santa Teresa”, logra capturar en el mármol toda la inquietud y drama de este estilo.

El aspecto artístico en general, refleja de este modo en forma fidedigna la vida social, además de la organización política y religiosa de este periodo. Resumiendo las características artísticas predominantes podemos citar:

· Abundancia exagerada de elementos decorativos.
· Explotación y agudización de los contrastes.
· Imitación de la naturaleza.
· Propensión a lo trascendental, a lo solemne y a lo magnífico.
· Valoración de la fugacidad y el equilibrio inestable.
· Tendencia a utilizar formas irregulares.
· Gran espíritu de creación, etc.
Es así como bajo el auspicio de príncipes, mercaderes y financistas, la cultura de la ciudad llegó a rivalizar con la de palacio. Esta naciente burguesía competía con la corte en su afición por el esplendor y la opulencia (la sensual belleza del brocado, el terciopelo, el mármol, las joyas y los metales preciosos.)

El artista desempeñó una variedad de roles en la sociedad de la época. Podía ser: un embajador e íntimo de príncipes como fueron Rubens y Van Dyck; un sacerdote como fue Vivaldi, o un líder político como Milton. Usualmente laboraban bajo el patrocinio de la realeza y la nobleza como lo hicieron Corneille y Racine, o como Bach que desempeñaba su oficio en una iglesia. Algunos tentaron suerte en los negocios e hicieron fortuna como Lully o promovieron sus propias empresas y las perdieron como en el caso de Haendel.

En razón a su status social, el artista podía ser considerado el favorito de la corte, o un simple cortesano cuya función primordial era proveer elegante entretenimiento a la aristocracia a quienes servía.

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