domingo, 17 de mayo de 2009

LA GUITARRA EN EL PERU (II)

LOS GUITARRISTAS CONTEMPORÁNEOS

La música peruana se ha desarrollado siguiendo varias vertientes:

1.- La música andina, que corresponde a los pueblos de la sierra del país y que constituye probablemente uno de los folklores más vivos, variados y originales del mundo;
2.- La música criolla, producto del mestizaje de España con los pobladores mayormente de la costa peruana y la suma del rico aporte afro-peruano;
3.- Las diversas expresiones musicales de las comunidades nativas de la región amazónica, poco conocidas hasta el momento; y,
4.- La música clásica.


GUITARRA ANDINA

El mundo andino en la época de los Incas tuvo gran intensidad musical, de carácter ritual. Se conoce que desde la época pre-incaica, las labores agrícolas tenían un acompañamiento musical para invocar a las divinidades. Su característica armónica es con base pentafónica, pero con una gama amplísima de orquestación en instrumentos de viento y percusión principalmente; no existieron los instrumentos de cuerda.

Con la llegada de la guitarra al igual que el arpa, fue adoptada por los nativos del Perú, quienes la adaptaron a sus melodías y ritmos creando un lenguaje singular, transformando sus afinaciones y tañidos o reinventándola en forma de charango. Buscaron en los nuevos instrumentos respuestas sonoras satisfactorias a su concepción musical. Nada de esto está escrito. Lo que conocemos fue transmitido oralmente de persona a persona, lo que nos lleva a pensar en la cantidad de música que se perdió para siempre.



Virgenes del sol interpretado por Raúl García Zarate


Raúl García Zárate, mestizo ayacuchano, sintetiza a cabalidad la forma y el sentimiento con que entiende el hombre andino la guitarra. Su influencia ha sido determinante para la concepción de la escuela de la guitarra ayacuchana Pocos años después otro ayacuchano nos marca con fuego: Manuel Prado Alarcón, "Manuelcha", guitarrista campesino de recursos inacabables. Ambos forman la gran base de la guitarra andina y gracias a ellos ahora son muchos excelentes guitarristas que tocan cashuas, Huaynos, mulizas, danzas de tijeras, etc.

A manera de ejemplo de la riqueza de formas musicales que existen en los diferentes pueblos andinos; mencionamos aquellas registradas en dos días de la fiesta* del Agua de Puquio, en 1986:

-Wasichakuy -Huayno -Ayra -Mallaucha -Wawapampay -Negritos -Danza de las Tijeras -Huaylía -San Gregorio -Sequia -Yaykuy -Carnaval -Caramusa -Uh Huayli -Milicia -Llamichus -Ayla -Torovelay

*Cada tema enunciado jugó un papel específico durante el transcurso de la festividad.


GUITARRA COSTEÑA

De las épocas de colonia, prácticamente no existe mención alguna. Suponemos que siglos atrás no existía el concepto de andino o costeño; recién en el presente siglo adquiere tal definición, en ella hace su aparición la influencia negra, gradualmente, hasta incorporar el cajón, - instrumento de percusión - en el acompañamiento del Valse Criollo.

El Vals, que revoluciona las danzas, llega a Lima alrededor de 1850. El estudioso Cesar Santa Cruz nos dice que la novedad que trajo fue el entrelazamiento de las parejas al bailar. Y sería una de las razones de su aceptación. En esos tiempos se bailaba la Jota, la Cuadrilla, la Polka, continúa diciendo el mencionado estudioso. Naturalmente el vals europeo se modificó y se hizo peruano: los pasos del baile se acortaron y las frases musicales adquirieron otra personalidad. Muy rápidamente afloraron los primero compositores que avanzaron en todo sentido hasta llegar a la egregia figura de Felipe Pinglo Alva, compositor criollo síntesis de este género.

Se formaron muchos conjuntos entre ellos cabe mencionar al quinteto de Laúdes: integrado por Nicolás Wetzel, Francisco Estrada, Juan Araujo y Sotil.

En 1912 el Dúo Montes y Manrique graba en USA 180 canciones acompañadas por una sola guitarra. Los conjuntos de esos tiempos eran mixtos: Laúd y guitarra, y a veces bandurria y guitarra. El músico que innovó esa disposición instrumental fue Armando Salazar, que suplió el primer Laúd por una primera guitarra. Pero es Oscar Avilés el que da verdadero nacimiento a toda una era de la guitarra criolla, distinguida por el uso de acentuaciones sincopadas al inicio de las frases que le dan el "Sabor Criollo". Con pocos años de diferencia aparece en la escena del criollismo.

Poco tiempo después, aparece en la escena del criollismo Carlos Hayre Ramírez; músico completo que vuelca en su guitarra o en su bajo; en sus arreglos y composiciones, todos sus conocimientos de la ciencia de la música y de la cultura popular; con el gran compositor Manuel Acota Ojeda, trabajaron juntos y produjeron bellísimas páginas que hicieron pensar en derroteros mucho más trascendentes para la música criolla pero no fue así; se impuso lo oportunista.

Otro instrumentista fue Vicente Vázquez, músico negro que dota al bordoneo criollo de inigualable gracia. Vicente Vázquez fue hijo de don Porfirio y hermano de Abelardo Vázquez, otro hito en la música costeña del Perú.

Los Vázquez y los Santa Cruz formaron dinastías de músicos populares; así como una generación atrás la formaron los extraordinarios hermanos Ascues. Octavio Santa Cruz, estudioso e investigador, publicó años atrás un valioso trabajo de aires negros de la costa del Perú : "Aires Costeños".

Los años 70 fueron muy prolíficos, salieron a la palestra toda una constelación de armonizadores y digitadores, quizás los más significativos por su sobriedad y autenticidad sean Félix Casaverde y Carlos Montañés.

Hacia los años 90, aparece el piurano Mario Orozco Cáceres, guitarrista virtuoso y compositor, auténtico intérprete del tondero. Con Orozco la guitarra popular cuida mucho el sonido y las armonizaciones retoman equilibrio y ponderación.


GUITARRA CLÁSICA


Del primer cuarto del Siglo XX es preciso mencionar a Osmán del Barco, guitarrista ayacuchano que viajó a España y tomó clases con Emilio Pujol. En París trabó relación amical con el músico Alfonso de Silva y el poeta Cesar Vallejo. De retorno al Perú abrió una academia en Lima que duró algunos años.

Máximo Puente-Arnao, guitarrista y compositor que vivió mayormente en el Perú donde llegó a crear un grupo importante de alumnos entorno a su persona. En 1906 ganó un premio de composición en Milán con su Fantasía en 3 tiempos "Una Serenata en Venecia".

Víctor Echave, guitarrista y compositor cuzqueño. Sus composiciones escritas para el instrumento denotan conocimiento y utilización de la música popular. Creó con su familia una orquesta de cámara, con guitarras, violonchelo, bandurria, flauta y percusión.

La aparición del maestro Andrés Segovia produjo en el Perú un gran impacto, especialmente en los guitarristas de ese entonces, entre ellos Arbor Maruenda que tal vez fue el primer "Concertista" propiamente dicho que produjo el Perú. Viajó a Chile en el año 1936 donde fundó la cátedra de Guitarra en el Conservatorio Nacional de Música.

Otro guitarrista significativo fue el doctor Sauri, profesor del Instituto Bach, prestigiosa escuela de música que fundó Andrés Sas; y Juan Brito Ventura esforzado primer maestro del naciente Conservatorio Nacional de Música.

Humberto Pimentel, gran interprete que viajó a España a continuar estudios con José Tomás en Alicante; Luis Justo Caballero arequipeño que también emigró a Madrid a estudiar con José Luis Parra y José Luis Rodrigo. Ambos, de regreso al Perú, constituyeron el núcleo que gravitó determinantemente en la generación de guitarristas 1970-1980. Jesús Castro Balbi ex-alumno del maestro Brito, virtuoso guitarrista residente en Francia y profesor en diferentes Conservatorios.


Fandango del libro de Zifra de Matías Maestro (Siglo XVIII) interpretado por Javier Echecopar


Javier Echecopar y Denys Fernández que constituyen el punto más alto de la historia de la guitarra clásica hasta nuestro días. Oscar Zamora Corcuera profesor del Conservatorio y fundador del Cuarteto Aranjuez, Ricardo Barreda, Nelly Borda, Emilio Palomino y muchos otros más.


Jorge Caballero interpreta la Sinfonia del Nuevo Mundo de Dvorak, transcripcion de K. Yamashita

La actual generación son un puñado de instrumentistas sumamente técnicos y de alto nivel teórico: Carlos Villalba, Jorge Caballero Abriguen, Carlos Fernández, David Gálvez, Ernesto Mayhuire, Luis Malca y otros que vienen con gran ímpetu.

La guitarra, hoy en día, se ha convertido probablemente en el instrumento más tocado en el mundo. Las razones para ello saltan a la vista: Su naturaleza polifónica, la belleza del sonido, su reducido tamaño y costo; y la aparición cíclica de iluminados músicos que desde tiempos remotos utilizaron los ancestros de la guitarra para expresarse. El Perú no es excepción.


El tema delos Simpsons interpretado por el cuarteto Aranjuez


Se realizan festivales anuales en varias ciudades del país. A nivel interno se hacen constantes presentaciones en universidades, coliseos, municipalidades, colegios, etc.

Hace 4 años, se formó la Asociación Peruana de la Guitarra cuya actividad se ve un tanto menguada por su precaria economía, pese a ello, ha organizado eventos importantes: encuentros y festivales de guitarras, clases maestras de guitarristas de la talla de Abel Carlevaro entre otros.

La ciudad de Arequipa cuenta con la visita anual, casi obligada, del maestro Brasileño Carlos Barbosa Lima, con la consecuente y benéfica secuela de renovación del interés hacia el instrumento.

El Conservatorio Nacional tiene curso de guitarra, la Escuela Nacional de Folklore y las Escuelas Regionales de Música también; pero es en el área privada donde curiosamente se realiza mayor actividad, especialmente en El Conservatorio Josafat Roel.

En cuanto a los pocos compositores académicos que han dedicado páginas al instrumento, podemos mencionar en primer lugar a Celso Garrido Lecca, que se ha familiarizado a lo largo de los años con el lenguaje popular de la guitarra en nuestro país, con "Simpay" para guitarra sola, "Dúo concertante" para guitarra y charango, "Suite de danzas Andinas" para guitarra, charango y orquesta de cámara, "Concierto para Guitarra y Orquesta"; luego a Edgar Valcárcel con un "Concierto para Guitarra y Orquesta"; y finalmente a Enrique Pinilla, con "Cinco Piezas Populares para Guitarra"

Queremos terminar con la figura de Javier Echecopar. Interprete y compositor académico que su instinto vital lo llevó por caminos populares, donde encontró un mundo musical diferente: polirritmia inimaginables, tratamiento del adorno que lo hace estructural, notas silencios suspendidos, etc. que abordó su escritura en el pentagrama. Por otro lado también hizo suyo el reto de investigar la música que el conquistador hizo y tocó aquí. Para ello se sumergió en la historia de su patria, en bibliotecas, iglesias y conventos.

Y resucitó la memoria colectiva musical de cuatro siglos de historia. Todo este inmenso trabajo que a toda luz corresponde a fundaciones y conservatorios bien organizados y solventes, los asumió él sólo y en silencio. Esa actitud nos conmueve, es un ejemplo que incluso desborda las fronteras de la música. A partir de Javier Echecopar, el orden de las cosas ha comenzado a cambiar en el Perú y tendrá que seguir cambiando.

Nuestro Conservatorio deberá estructurar las bases de la enseñanza en el sentido de la orientación final que deberán tener los alumnos que egresen; y esta orientación deberá ser también hacia dentro del Perú. Esto no es chauvinismo; es el peso de las cosas que así lo exige.


LA CONSTRUCCIÓN DE LA GUITARRA

En 1840 Miguel Farfán, luthier cuzqueño, fabrica un numero importante de guitarras de alta factura.

A pesar que la construcción de guitarras en este país comenzó al promediar cien años de iniciada la conquista - Gaspar de Urbina, en 1621- es un tema que se encuentra poco documentado. El proceso cultural que empezó en el territorio andino en el siglo XVI, produjo las bases de una nueva conciencia, la aparición de un sentimiento criollo; en todo este proceso, el constructor de instrumentos musicales en Lima, Ayacucho, Cuzco, Cajamarca o Arequipa, concilió la tradición europea con su temperamento. Complementó su destreza y su técnica mestiza a la música que nacía. En pleno siglo XX podemos afirmar que existen innumerables rasgos que semejan a los instrumentos de la primera hora.

En cuanto a la falta de nombres de constructores de guitarras, es muy probable que haya pasado lo mismo que con el músico, el poeta o el escultor: tenían un desarrollado sentido del trabajo colectivo y carencia de sentimiento de propiedad. Son muy pocos los (pintores mayormente) artistas que firmaron sus obras; pero no por ello es menor el caudal de arte anónimo que nos han legado.

Las cosas hoy en día no son muy distintas: Se habla de la bondad de las guitarras ayacuchanas, arequipeñas o cajamarquinas, en deportiva competencia.

El caso del pueblo de Namora, es digno de mención. En esta pequeña villa rural del departamento de Cajamarca, en la sierra norte del Perú, sus habitantes, en gran proporción, comparten la vida agrícola con la construcción de guitarras.

En 1840 Miguel Farfán, luthier cuzqueño, fabrica un numero importante de guitarras de alta factura. La forma y características de sus instrumentos nos recuerdan a las guitarras de transición de J. Benedit y J. Pagés, como también a las guitarras románticas franco italianas. Un ejemplar de dicho instrumento se halla en el Museo de instrumentos del Conservatorio de Barcelona y otro en una colección privada.

Después de este valioso y solitario hecho, el denso vacío de información sigue su curso hasta el presente siglo. Alrededor de 1930 algunos constructores locales, pareciera que tomaron conciencia de la calidad de instrumentos que hacían y posiblemente incentivados por míticos nombres que venían de Europa, decidieron emularlos.

Emilio Huertas fue el primer gran luthier moderno que firmó sus guitarras. La marca que usó en sus guitarras de conciertos fue "Huertárious", en clara referencia a los célebres violines.

Entre los años 40 y 50, surgen Federico Fajardo y Rómulo Alaluna que construyeron guitarras extraordinarias. También se hace conocido Abraham Falcón, prolífico artesano que inicia una distancia entre los luthiers: Se especializa en instrumentos ideales para el acompañamiento de la llamada música criolla. Abraham Falcón quedó entre los tres primeros lugares en el concurso de luthiers realizado en París en 1987.

Poco después, Américo Sánchez entra a competir en un mercado cada vez más exigente, con gran éxito. Por último nombramos a Daniel Moncloa que a nuestro entender es el mejor constructor de guitarras habido en el Perú. También citamos a Manuel Baca, como un sobresaliente constructor de charangos.

Terminamos con nuestro reconocimiento y gratitud a la legión de constructores anónimos, que han trabajado sin alardes, en este noble oficio, y han hecho posible que otros, también anónimos instrumentistas y compositores, hayan mantenido viva una tradición, que deviene en auténtica historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario