lunes, 3 de agosto de 2009

El PERIODO BARROCO (II)


CARACTERÍSTICAS MUSICALES

El periodo barroco fue testigo de un cambio transitorio en las diversas texturas que conformaban la estructura del arte musical.

Se busco en un principio desechar las complicadas líneas melódicas de la polifonía renacentista para dar lugar a la homofonía (la polifonía recuperará más tarde con Bach todo el esplendor que la ha caracterizado), dando de esta manera mas fortaleza y protagonismo al texto, pues la música giraba en torno a una sola melodía bien formada y acompañada por simples acordes para que fuera “entendible” el texto. Esto debido en gran parte a la corriente humanista.

En lo referente al acompañamiento se ideó un sistema de notación conocido como el bajo continuo. Era una parte para bajo, usualmente escrita para teclado (dado que casi todo el acompañamiento en la música barroca era con órgano o clavecín), con unas cifras que señalaban las armonías exigidas.

Otros hechos importantes del barroco musical fueron: el nacimiento del género operístico, la improvisación, el color instrumental y la creciente importancia de la orquesta entre otros.


Los intermedios, se encuentran entre los antecedentes directos de la ópera. Se representaban entre los actos de la pieza teatral, poseían temática propia, decorados, pantomima, diálogos, música (danzas, arias, coros y sobre todo madrigales).

Un grupo de escritores, artistas y músicos florentinos conocidos como la camerata (palabra italiana que significa “salón”), se encargó de desarrollar estas formas musicales aún en estado primario.

La camerata florentina compuesta por humanistas aristocráticos se propuso resucitar el drama musical del arte en la antigua Grecia, para esto experimentaron con un tipo de declamación libre en la cual la música fue conducida hacia una cercana relación con un texto poético. La línea vocal delineaba el texto claramente y se adaptaba al significado e inflexión de las palabras.

Sus inventores para diferenciarlos de otras tendencias lo denominaron “stile rappresentativo” (estilo representativo), y consistía en un recitativo que se movía libremente sobre una base de simples acordes.

Los miembros de la camerata pronto se dieron cuenta que el estilo representativo podría aplicarse no solo a un poema sino a un drama completo. Estas conclusiones condujeron a la invención de la ópera, lo cual es considerado por muchos como el más importante logro de la música barroca.

La primera ópera completa que conocemos fue: Euridice, la cual fue presentada en el año 1600 con ocasión del matrimonio de Enrique IV de Francia con María Medici. El libreto fue realizado por Ottavio Rinuccini, y la música por Jacobo Peri (con la adición de algunas arias por Giulio Caccini).

La camerata apareció en una época en la que la música necesitaba liberarse así misma de las complejidades del contrapunto. Los nobles aficionados de los salones florentinos bosquejaron el estilo.

Sus esfuerzos culminaron en las óperas de Claudio Monteverdi (1567 - 1643), quien es en la historia el primer gran exponente de la directa relación “amistosa” entre la música y la vida afectiva.


Si un instrumento es afinado de acuerdo a las leyes naturales de la acústica, ocurren ciertas discrepancias. Por ejemplo, el intervalo de una quinta justa tales como C – G es representado por dos cuerdas vibrando en la proporción 2 : 3.

Si empezando con C , nosotros afinamos exactamente respetando esta proporción en series ascendentes de quintas C – G , G – D , D – A , A – E , E – B , B – F# , F# - C#, el C # más agudo no estará del todo afinado con un C# ubicado algunas octavas más abajo.

Mientras la música fue principalmente vocal, este fenómeno no fue tan perturbante. La creciente utilización de instrumentos, los cuales a diferencia de la voz debían ser afinados, complicó la situación.

Por ejemplo: un tono perfectamente afinado dentro de una tonalidad podría estar desafinada en relación a la misma nota dentro de otra tonalidad. Un F# en el teclado podría sonar afinado en la tonalidad de G pero estaría fuera de tono en la tonalidad de B.

Esto hizo prácticamente imposible el uso de tonalidades con un número amplio de sostenidos o bemoles, e impuso limitaciones en cuanto a la armonía y modulación.

Para liberarse de estas restricciones, los compositores (así como los matemáticos y científicos) experimentaron a través del tiempo con formas de “temperar” la entonación, con el fin de ajustar el rústico material sonoro a los propósitos artísticos de la música.

Al incrementarse el uso de los instrumentos de teclado (instrumentos de afinación fija como: el teclado, cémbalo y el clavicordio) durante la época barroca se hizo imperativo encontrar una solución al problema. En el siglo XVIII se adoptó un sistema de afinación que dividía la octava en 12 partes iguales (semitonos).

Este compromiso fue conocido como “Igual temperamento”. Ahora, en lugar de tener ciertos intervalos perfectamente afinados en ciertas tonalidades y desafinadas en otras, todos estuvieron ligeramente fuera de tono. De tal forma que esta discrepancia fue distribuida equitativamente a través de la escala haciéndola de esta manera menos perceptible.

Como resultado F# era idéntico a Gb en el clavicémbalo, órgano y piano (no sucedía así en los instrumentos de cuerda, un violinista que toca un F# ascendente hacia G suena ligeramente más alto que cuando toca un Gb descendente hacia F).

El sistema de igual temperamento hizo posible el uso de tonalidades mayores y menores, además de proporcionar el libre movimiento entre ellas. La adopción del igual temperamento en la música europea fue de la mano con el triunfo del sistema Mayor – Menor.


DINÁMICA DE CONTRASTE

La música barroca desconoce la constante fluctuación de volumen que marca el estilo clásico-romántico. La música barroca se mueve en un constante y regular nivel de sonoridad.

Un pasaje uniformemente fuerte será seguido por un pasaje uniformemente suave, creando el efecto de luz y sombra. El cambio de un nivel a otro se le conoce como “dinámica de Contrastes”, que es un rasgo característico del estilo barroco.

El compositor del siglo XIX, usó el “crescendo” como un medio de expresión dentro de un pasaje. El compositor barroco encontró su principal fuente de expresión en el “contraste” existente entre un pasaje suave y uno fuerte.

Cada pasaje se volvió un área de color sólido que hacía contraste con la siguiente parte. Esta concepción moldeó la estructura de la música, fundamentándola en una simplicidad monumental.
La música del periodo barroco implica un poco más que un ocasional fuerte o piano, dejando al ejecutante en libertad de remplazar todo lo que sea necesario.

Los ejecutantes, hoy en día, están tan acostumbrados a los matices dinámicos de la música del siglo XIX, siendo la mayoría incapaces de interpretar la gran simplicidad estructural del estilo barroco.

En especial, es la música de Bach la que ha sufrido una interpretación romántica. Una edición moderna del “clave bien temperado” traerá un conjunto de marcas de expresión en cada página. El manuscrito original no tenía ninguna.

SURGIMIENTO DEL SISTEMA MAYOR - MENOR

La música de la edad media y el renacimiento – el periodo de 1000 años que finalizó alrededor del año 1600 - estuvo basada en modalidades o modos (un modo se refiere a un patrón específico de tonos y semitonos).

Los modos medievales o de iglesias fueron grupos de 8 tonos, cada uno de los cuales tenía un centro tonal o tono final. Las cuales pueden ser ejecutadas en las teclas blancas del piano.

El adjetivo modal consecuentemente se refiere al tipo de melodía y armonía, que prevaleció en la edad media y el renacimiento. Este adjetivo es frecuentemente usado en contraste a lo “tonal”, el cual denota la armonía basada en una tonalidad Mayor - Menor.

La transición de los modos religiosos medioevales al sistema mayor - menor (uno de los más significativos cambios en toda la historia de la música) tuvo lugar durante la época barroca.

A medida que la música se tornaba de polifónica vocal a armonía instrumental, era absolutamente esencial una simplificación en el sistema armónico. Los antiguos modos religiosos dieron paso a las dos escalas estándar: la escala mayor y la escala menor.

Estas dos escalas han sido prominentes en la música folklórica y popular por generaciones, asimismo sirvieron como base del arte musical occidental desde alrededor del año de 1650 hasta principios del siglo XX.

Con el establecimiento del sistema mayor menor el auge de la tonalidad se convirtió en la más poderosa fuerza musical. Desde ese momento cada acorde podía asumir su función en relación al centro tonal.

Los compositores barrocos aprendieron pronto a explotar la oposición entre el acorde de reposo la tónica ( I ) y el acorde activo la dominante ( V ). Muchos trabajos de este periodo utilizan la progresión I – V – I y finalizan repitiendo enfáticamente los dos acordes básicos en la cadencia final.

En consecuencia, el movimiento de una tonalidad inicial hacia otra contrastante se convirtió en elemento importante en la estructura de la forma musical. Los compositores desarrollaron formas instrumentales de mayor extensión, desconocidas hasta ese entonces.

De esta manera la armonía diatónica fue vinculada a una atmósfera de bienestar y la cromática a la angustia y zozobra de forma similar el modo mayor se relacionó con la alegría y el modo menor con el infortunio, una sucesión que perduró por más de 200 años.

El sistema mayor - menor fue el logro colectivo de varias generaciones de músicos. Este sistema expresó la dinámica de esta nueva cultura, al dividir la paleta sonora en áreas definidas regulando el movimiento entre las diversas tonalidades.


MELODÍA ININTERRUMPIDA

El elaborado andamiaje de la arquitectura barroca se sustentó en una abundancia de energía que no dejaría una pulgada de espacio sin ornamentar. Su contraparte musical enfatizó uno de los principales elementos del estilo barroco – “El principio de expansión continua “.

Esta música se mueve a través de un proceso de generación espontánea, persiguiendo implacablemente su objetivo mientras los motivos florecen en diseños más frescos, constantemente en movimiento en la acción de transformarse. Cuando la energía se agota, la obra llega a su fin.

En la música vocal la melodía barroca fue imbuida con la intención de siempre exaltar el impacto de las palabras. Los amplios saltos y el uso de notas cromáticas sirvieron para intensificar la expresión. Lo que produjo una melodía cuya espaciosa curva contorneó un estilo de gran nobleza y expresión.

El barroco fue el primer periodo en la historia, en el cual la música instrumental fue comparable en importancia con la música vocal. El interés en esta rama del arte estimuló el descubrimiento de nuevos instrumentos y el perfeccionamiento de los antiguos.

El espíritu de la era demandaba brillantez tonal. El suave sonido del laúd fue reemplazado por la mayor sonoridad de la guitarra. El reservado violín con su “apacible música” como la llamó Shakespeare, fue suplantado por un violín más resonante. La música barroca hizo un uso generoso de la trompeta, así como también del trombón, el oboe y la flauta.

Sin embargo también se registra el protagonismo de tres instrumentos de teclado: el órgano, el clavicémbalo y el clavicordio. El órgano barroco se caracterizó por su tono transparente y puro.

Sus teclas no mezclaron los matices en una turba sinfónica, como es el caso del órgano del siglo XX, sino que permitía que las voces se destacaran claramente permitiendo al oído distinguir las líneas contrapuntísticas. Con su volumen estable, el cual permite tocar uniformemente en forma suave o fuerte, el órgano se adaptó en grado sumo a la era barroca.

Lo mismo ocurrió con el clavicémbalo. Pero este instrumento difiere del piano en dos importantes aspectos: Primero, sus cuerdas en lugar de ser tocadas por martillos son pulsadas por plectros, produciendo un tono más brillante. Segundo, el grado de presión de las teclas del clavicémbalo varía el tono ligeramente, mientras que el piano tiene un amplio y más extenso rango de graduaciones dinámicas. El clavicémbalo era incapaz de producir el crescendo y decrescendo que son esenciales en la música del siglo XIX.

Esto motivó que el piano sea el instrumento favorito de la era romántica. Sin embargo, el cémbalo es un medio ideal para la música contrapuntística por su capacidad de resaltar las voces interiores con luminosidad y claridad, lo que lo faculta a un gran estilo interpretativo, por un lado dramático y elevado y por otro rítmicamente preciso y refinado.

Fue inmensamente popular en el barroco como instrumento solista, siendo indispensable en la realización del continuo, además de principal sostén del ensamble en la música de cámara y ópera.

El clavicordio, otro instrumento protagonista (aunque en menor escala) estaba conformado por una caja de madera alargada, de 2 a 5 pies de longitud que descansaba en las piernas o en una mesa.

Las cuerdas se hacían vibrar por pequeñas cuñas de cobre llamadas tangentes, y era posible realizar variaciones dinámicas, dentro de un rango limitado, a través de la presión de las teclas. Poseedor de una sonoridad íntima y sutil, el clavicordio, al igual que el clavicémbalo, fueron suplantados en la preferencia del público a favor del piano, a fines del siglo XVIII.

La palabra “clavier” (clave), fue usada en Alemania como un término genérico para instrumentos de teclado, incluyendo clavicémbalo, clavicordio y órgano.

El principio de unidad en la variedad fue incorporado en un procedimiento propio de la música barroca: El bajo obstinado o bajo base.

Esto consiste en una frase corta , ya sea melódica o de acompañamiento que es repetida una y otra vez en el bajo , mientras arriba de él , las partes superiores varían con cada repetición , entrelazando la textura de la melodía , la armonía y el contrapunto.

El bajo obstinado proporcionó la materia prima con la cual la imaginación de los compositores se explayó libremente. Los músicos barrocos desarrollaron una técnica consumada en la variación y embellecimiento sobre el bajo base.

Las partes superiores fueron frecuentemente improvisadas. Esta técnica fue popular especialmente en Inglaterra donde se conoció como “divisiones de una base “, a raíz que esta técnica involucró dividir la melodía en breves figuras rítmicas.

Este principio ha reaparecido en el jazz moderno., como la base del boogie – woogie (tocado en piano) en el cual la mano izquierda repite un obstinato rítmico, mientras que la derecha hacia libre improvisación.



En el barroco, la melodía y los acordes se apartaron del intrincado entrelazamiento de voces. A
partir de que los músicos se familiarizaron con los acordes básicos, se volvió innecesario escribirlas en su totalidad.

En su lugar, el compositor colocaba un número arriba o debajo de las notas del bajo, que indicaba el acorde requerido. Así, el número 6 en la parte inferior de una nota grave, indicaba un acorde cuya raíz se situaba una sexta sobre la nota.

Por ejemplo: un número 6 situado bajo la nota LA indicaba un acorde de FA mayor. La aplicación de este principio a gran escala resultó ser “el más exitoso sistema taquigráfico musical alguna vez descubierto - El bajo cifrado.

La tarea de completar la armonía fue dejada al ejecutante. Una práctica similar se obtiene en la música jazz hoy en día, donde el ejecutante rellena con elaboradas armonías la esquelética versión cifrada en el papel.

Tan importante fue esta práctica para aquella época, que el barroco es llamado a menudo “el periodo del bajo continuo”.

Este tipo de ejecución requiere al menos de 2 intérpretes: uno para tocar la línea del bajo (en un cello, contrabajo o instrumento de viento) y el otro para completar los acordes en un instrumento armónico, (clavecín, órgano, laúd o guitarra).

Se espera también que el ejecutante no solo toque los acordes correctos sino un acompañamiento completo en concordancia con el estilo general de la pieza.

La taquigrafía musical que implicaba el bajo cifrado, tuvo un valor particular en una época donde la impresión de partituras era un proceso largo y costoso. Puesto que la mayoría de trabajos fueron destinados para una ocasión particular o época, estos fueron copiados a mano.

El bajo cifrado fue de esta manera una bendición para los compositores ya que les permitía presentar su música forma abreviada, sabiendo que los ejecutantes podrían completar los detalles necesarios.

La nueva música de la camerata florentina, pareció triunfar por un breve periodo sobre el “gótico” contrapunto del pasado. Sin embargo los músicos profesionales, a diferencia de aquellos aristocráticos aficionados, no estaban dispuestos a descartar una tradición polifónica desarrollada a lo largo de varias centurias.

El renovado interés por las complejas texturas contrapuntísticas, testifica la fascinación que el puro ejercicio del oficio, ejerce sobre el artista.

Es así como la escena musical estaba dispuesta al retorno del contrapunto, un estilo que había absorbido todas las innovaciones de la era: el empuje gravitacional de la armonía, la exuberante ornamentación, el ritmo dinámico y la continua expansión melódica características del barroco.

Estos elementos se fusionaron en un estilo que vino a florecer a plenitud en el barroco tardío: en el arte de Bach y Haendel.

Ambos maestros y sus contemporáneos crearon una música abundante en texturas en la cual el contrapunto estaba regido por la armonía y la armonía a su vez era insuflada de vida por el contrapunto. Los movimientos horizontales de las voces y el movimiento vertical de los acordes coincidieron en un balance ideal.
Texto extraido de la tésis: El Concierto Barroco. Análisis de dos conciertos para guitarra y orquesta de cuerdas realizado por Ernesto portugal. 2006

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